sábado, 29 de mayo de 2010

La sociedad del espectáculo


La imagen como homicida de la realidad.

Guy Deboard habla de una sociedad donde “Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación”. En la sociedad del espectáculo los individuos son encaminados a una existencia pasiva dentro de la sociedad de consumo dejando a un lado la crítica o la reflexión para determinar si lo que estamos viviendo en un momento determinado es real o sólo una situación encaminada a hacernos consumir determinado producto incluso podemos hablar del arte, la historia o el patrimonio. El estudio de la cultura visual nos lleva a razonar cómo en una cultura dominada por la imagen estamos vendiendo el asador en lugar del filete, nos venden la imagen en lugar del objeto. Un ejemplo muy claro son los logotipos corporativos como el de Nike, los arcos dorados de McDonalds, Coach, donde el objeto en sí deja de tener importancia y puede ser un llavero, una camisa, una bolsa, una camiseta hecha en Paquistán, ya no importa, lo que importa es la importancia que se le da a la imagen. Recuerdo una tienda de playeras, con un gran surtido de colores y modelos, donde escogías tu prenda y antes de llegar a la caja había un mostrador con etiquetas de todas las marcas, escogías tu favorita y te la pegaban en la playera. A nadie le importaba cuántos hilos por pulgada cuadrada tenía la tela, o si el algodón era egipcio o si las costuras eran dobles o sencillas, si los pigmentos eran duraderos o no, si la playera se encogía, nada de esto importaba era la imagen de la marca lo que se compraba. Jean Baudrillard, sociólogo y filósofo francés anunciaba en 1983 el fin de la sociedad del espectáculo y en su lugar declaraba la edad del “simulacro” donde sólo existen copias sin original. Esto significa el final de de una etapa de la historia de la imagen trasladándonos de un estado donde se oculta la ausencia de una realidad a una época donde no hay una relación con ninguna realidad y todo se convierte en un “simulacro”. Un ejemplo muy socorrido para explicar esta etapa es el parque temático Disneylandia que pretende ser el verdadero país de los Estados Unidos de Norteamérica. Baudrillard decía que detrás de este simulacro encontramos “la capacidad homicida de las imágenes, asesinas de lo real”. Por todo esto hacemos hincapié en la importancia del arte contemporáneo como el elemento “pensante” de la nueva realidad. Y en el arte mismo se refleja este sentimiento generalizado de una crisis, la crisis de todos los días, para la que no parece haber una solución disponible a la mano. A través del arte contemporáneo, donde muchos no alcanzan a ver más que la ausencia de las técnicas y la representación tradicional, podemos entender que la imagen impresa en plata, que transformó la memoria humana en un archivo visual, ya no existe. Entramos a la época del pixel, la imagen pixelada creada por una señal electrónica y un espacio vacío, nada sublime como la fotografía tradicional. Mientras en el cine y la fotografía se hacía necesaria la presencia de una realidad exterior, la imagen pixelada nos recuerda la necesaria artificialidad y la ausencia. Está aquí y no está aquí al mismo tiempo, es interactiva pero hasta donde las corporaciones que diseñan los programas y los equipos nos lo permiten. La muerte de la princesa Diana de Inglaterra es un ejemplo de la imagen cuestionada, al grado de sugerir la inexistencia del suceso. 750 millones de personas vieron su matrimonio, 200 millones presenciaron su entrevista en 1995 y se estima que su funeral fue visto por más de 2.5 billones de personas anunciando así la llegada del planeta pixelado. La cultura visual ha sido vista como un estorbo para los historiadores o las empresas relacionadas con el texto, ahora es el centro del cambio de la historia y la cultura. Ahora hay que “ver” para evitar la muerte de nuestra realidad.

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