domingo, 16 de mayo de 2010

La insoportable levedad de la ciudad o el hiperterritorio Tecate-Tijuana-Rosarito


La insoportable levedad de la ciudad
o el hiperterritorio Tecate-Tijuana-Rosarito

Se dice que el siglo XXI está tomando forma como el siglo urbano. Por primera vez en la historia de la humanidad es mayor el número de personas que viven en la ciudad que las que no. Y somos testigos del crecimiento desbordado de las ciudades estimándose que para el año 2015 el número de megaciudades, ciudades con más de 10 millones de habitantes, ascenderá a 26, proyección que parece será sobrepasada por la realidad. La ciudad ha dejado su huella indeleble, en términos de estructuras urbanas sobredimensionadas, pérdida del sentido de la proporción y de la escala, exceso de monumentalización del poder, culto a la personalidad, el exceso se ha apropiado de lo público (en el trazado de las redes arteriales, por ejemplo), o de lo privado (en bastantes de los centros comerciales actuales y en los conjuntos de vivienda), la planeación urbana como garantía del crecimiento armónico, parece haber desaparecido, rendida a los dudosos beneficios de la funcionalidad o de la eficiencia. Día tras día comprobamos que aquellos atractores o atractivos de la ciudad comienzan a ser llevados a este otro territorio llamado “rural” o las afueras. Una nueva aproximación al estudio del territorio, con una nueva actitud social, cultural y también política, confiada en la capacidad de impulsar una construcción más cualitativa y estimulante que permita impulsar enlaces entre antiguas categorías irreconciliables como natural-artificial, figura-fondo, público-privado, paisaje-arquitectura, ciudad-territorio, puede convertirse, orientada de un modo positivo, en una excitante oferta de situaciones y experiencias que favorezcan relaciones y combinaciones entre lugares, construyendo hiperterritorios o un “lugar de lugares”. De esta aproximación nace el concepto de “ ciudad de ciudades” que lo escuchamos con frecuencia pero más enfocado a una estructura de aglomeración, donde los fenómenos propios del crecimiento de la ciudad sólo se acumulan casi de manera natural y no como una estructura relacional donde la movilidad, la interconexión y la interescalaridad tendrían tanta importancia como el paisaje, los nodos, los crecimientos y las discontinuidades. Joaquín Sabaté, catedrático de urbanismo, propone cinco “capas” para abordar esta aproximación, según el propuesto enfoque cultural: identificación de los valores (materiales o intangibles); interpretación de su historia y cultura; construcción de un hilo narrativo que fomente el desarrollo (turístico); creación de potencialidades a partir del proyecto; impulso del desarrollo local, o mejor dicho, creación de las condiciones para que éste se de. Partiendo de esta aproximación tenemos en Baja California la oportunidad histórica de planear una megaciudad, un hiperterritorio donde la suma de sus potencialidades cree un entorno armónico que sea ejemplo internacional de la planeación inteligente. El eje Tecate-Tijuana-Rosarito con gran potencial logístico, nacional e internacional, con dos conectores internacionales (Tecate-Tijuana/ California) dos conexiones al mar (Tijuana-Rosarito) dos conectores al continente: una vía terrestre-marítima (Rosarito), una vía terrestre ( Tecate), con áreas naturales circundantes con un potencial de desarrollo dentro de una planeación territorial como paisajes culturales: la costa y el valle de Guadalupe, con una eficaz articulación entre desarrollo, naturaleza y paisaje. Ya se había comentado que Tecate podía ser un polo cultural, Tijuana un polo económico y Rosarito un polo turístico con flujos comunes de información.Es momento de propiciar nuevos modelos de desarrollo donde se hace necesario concertar controles estratégicos, como lo define el investigador español Manuel Gausa, capaces de superar las tradicionales definiciones de “ciudad” y “territorio”, superando también los viejos conceptos de desarrollo jerárquico. El trinomio Tecate-Tijuana-Rosarito puede dejar a un lado su visión localista y generar en conjunto esta nueva visión con la energía creativa necesaria para crear nuevos paradigmas culturales, espaciales y técnicos. El modelo actual donde los desarrolladores de vivienda definen su rumbo, el oportunismo empresarial, las cesiones políticas, los desarrollos efectistas –de imagen- no de fondo, sólo contribuyen a desarrollos que tienden a la autodecadencia. La oportunidad para nuestra región está sobre la mesa.

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