jueves, 20 de mayo de 2010

IMAGINARIOS URBANOS



“Un imaginario colectivo se constituye a partir de los discursos, las prácticas
sociales y los valores que circulan en una sociedad. El imaginario actúa como
regulador de conductas (por adhesión o rechazo). Se trata de un dispositivo
móvil, cambiante, impreciso y contundente a la vez. Produce materialidad. Es
decir, produce efectos concretos sobre los sujetos y su vida de relación, así con
sobre las realizaciones humanas en general.” (Esther Díaz)

Mi ciudad no es la misma que la tuya y sin embargo vivimos en la misma. Los chilenos conciben Santiago como una ciudad peligrosa aún cuando tiene los niveles más bajos de violencia en América latina, la majestuosidad de los volcanes que la circundan influyen de manera decisiva en su imaginación. La antropología, la sociología y las artes, aunque también la semiótica y la psicología, no han sido ajenas a esa preocupación y han planteado interrogantes y respuestas diversas, siempre como consecuencia de una forma de habitar o de querer habitar las ciudades. Armando Silva, director del proyecto “Culturas urbanas de America Latina y España desde sus imaginarios sociales“, y editor de la serie “Ciudades imaginadas“, con Taurus Editores, dice que “los imaginarios no son sólo representaciones en abstracto y de naturaleza mental, sino que se “encarnan” o se “incorporan” en objetos ciudadanos que encontramos a la luz pública y de los cuales podemos deducir sentimientos sociales como el miedo, el amor, la ilusión o la rabia. Dichos sentimientos son archivables a manera de escritos, imágenes, sonidos, producciones de arte textos de cualquier otra materia donde lo imaginario impone su valor dominante sobre el objeto mismo. De ahí que todo objeto urbano no sólo tenga su función de utilidad, sino que pueda recibir una valoración imaginaria que lo dota de otra sustancia representacional”. La imagen propia de la ciudad es difícilmente expresable en palabras sin embargo entenderla nos permite comprender mejor los fenómenos urbanos. ¿Cómo diseñar un espacio urbano sin entender cómo se imagina la ciudad el propio habitante? En el evento “Imaginarios urbanos en América Latina, archivos” llevado a cabo en Barcelona, España en 2007 María del Carmen Ramírez, en su bello artículo “Por una ciudad posible”, desde una mirada estética, introduce el concepto de los espacios interfases, como los espacios de tránsito, de tensión, de transición, de acoplamiento entre el adentro y el afuera, pero también como espacios entre las dos caras del adentro y el afuera, como máscara, como vitrina o como espacio flexible entre ambos. Como posibilidad de encuentro que permite la vida misma, el acercamiento a la interioridad, con lo otro, que posibilita la vida misma, como condición de existencia de todo lo vivo, del eros, de lo que nos permite vivir, que es el encuentro con lo otro, lo diferente, lo opuesto a uno mismo, lo que articula identidad y alteridad, planteado desde Freud. De esta manera y en relación directa con una mirada poética y estética del espacio aparece la posibilidad de la coexistencia de la singularidad íntima del adentro, con la pluralidad diversa del afuera y del otro, de lo privado y lo público, en las relaciones entre los lugares, ya no solamente espacios físicos, sino espacios vividos, significados, amados y recordados, en los que el encuentro con lo propio y lo diverso tiene lugar. Donde la utopía del encuentro posible entre los otros diferentes y diversos se hace realidad mas allá de las clasificaciones excluyentes de las lógicas positivas que no permiten explicar y comprender el mundo por fuera de ciertas racionalidades y lógicas científicas o sociales excluyentes, como las que condujeron a cerrar los conjuntos habitacionales, que nos llevan a crear islas de miedo, como lo anotaba Rosanna Reguillo en el seminario llevado hace unos años en el Colegio de la Frontera y convierten en pequeños guetos algunos de los espacios de las ciudades que buscaban cerrar las opciones de encuentro con lo otro y los otros diversos de la ciudad. Así yo no conozco la otra parte de la ciudad y no la concibo en mi propio imaginario de mi ciudad, si tú vives en San Diego aunque tengas visitas periódicas a Tijuana no concibes la ciudad igual que el obrero que labora y vive en la zona industrial de Otay. En la exposición Pintando la Educación, actualmente en el Cecut, podemos percibir cómo a través de las obras de arte en los libros de texto en México, se construyó una imagen de país que no todos compartían. Los medios de comunicación dan un cariz de verosimilitud a los temas que tocan. Los medios sintetizan la información, y al hacerlo comúnmente simplifican un evento, lo traducen al lenguaje de lo previsible, y de ahí se forma un consenso casi inmediato con muchos públicos de que las cosas son así, y no de otro modo. Miguel Ángel Aguilar Díaz, investigador mexicano, observa que la privatización de lo público se da en el contexto de gobiernos locales que buscan mayores ingresos, de manera que servicios y equipamientos colectivos que antes eran de libre acceso o de costo reducido requieren ahora de un mayor pago para acceder a ellos, o de plano desaparecen. En este énfasis en la ciudad autofinanciable, los programas sociales que funcionaban como un mecanismo de redistribución del ingreso (salud, educación, transporte, por mencionar algunos) se ven seriamente afectados. Del mismo modo la cultura, las políticas culturales, pasan a un segundo plano, si es que bien les va. Con esto, una de las más poderosas herramientas para difundir mundos simbólicos, lenguajes colectivos, sentido de comunidad, y al mismo tiempo crear públicos para ofertas no mercantiles, se ve seriamente afectada. Así, la reducción de lo público, en su acepción de acción del Estado, incide significativamente en lo público como esfera de la vida en común. Frente a la ausencia de un espacio social aglutinante, emerge de manera constante la estrategia de «sálvese el que pueda», lo que dificulta acuerdos entre iguales. El reto es entender qué le hacen a las nociones de identidad y fronteras los desplazamientos y los innumerables referentes que pueden configurarlas. Imaginar para construir una ciudad viva.

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