sábado, 29 de mayo de 2010

El centro en el corazón


“Nuestras ciudades están llenas de espacios olvidados, vacíos urbanos que, sin embargo, cuentan con un enorme potencial para la regeneración del espacio público” Jaime Eizaguirre

Siempre que hay elecciones próximas en el gobierno, el tema del centro de la ciudad vuelve a la vida, no siempre así las acciones. Y es lógico que querer asimilar una problemática compleja en un tiempo de campaña es imposible. Se requiere una atención permanente a través de estudios concretos y la suma de un sinfín de acciones específicas. Ninguna acción aislada, por más impactante e interesante que parezca, logrará un cambio significativo ni contribuirá a su mejoramiento. Pasando por alto los escepticismos o el entusiasmo que puedan generar entre los ciudadanos es indiscutible la desconexión que estas maniobras de origen sólo político tienen respecto a los usuarios y residentes y en muchos casos también respecto a los organismos de los propios ayuntamientos que supuestamente deben estudiar, analizar y plantear intervenciones. Produce escalofríos pensar que, bien entrados en el siglo XXI, en un contexto social y tecnológico que permite y fomenta unos grados de participación horizontal jamás vistos hasta ahora, muchas de las decisiones clave que tienen un impacto en el medio urbano y conllevan inversiones (y endeudamientos) millonarios se siguen tomando siguiendo criterios (más que criterios, impulsos) puramente personalistas, carentes en la mayoría de los casos de todo rigor profesional y al margen de cualquier tipo de diálogo y/o participación de los implicados más directos o análisis del entorno, su red de movimientos naturales. Entender el centro de la ciudad exige una revisión seria. Pablo Aranda en su artículo “La ciudad es mil ciudades” nos dice que el mapa que manejamos no es el territorio que el mapa reproduce. Mi mapa no se corresponde con el mapa que mi vecino, o mi hermano, tiene de la misma ciudad. Los mapas no son los territorios. Los mapas cambian, pueden estar orientados al norte o al infierno, al amanecer o a la derrota. El mapa que delata mis movimientos tiene mucho que ver con mi estado de ánimo, también con las calles que piso, los tabiques entre los que transcurre mi vida más íntima, el edificio que cada mañana me encuentro al salir a la calle, la configuración de éstas, el laberinto que parece terminar en plazas, la salida de este laberinto que parece encontrarse junto al mar. La ciudad condiciona mis pasos, igual que mi estado de ánimo condiciona mi percepción y ésta la ciudad, una ciudad que nunca es igual. De repente nos sorprendemos en un pasaje estrecho, nos giramos hacia la pared, se dibuja en ella una puerta que empujamos y sólo el capricho del escritor hace que entremos en un bar, la casa de nuestros padres, o el domicilio en el que alguien se dispone a cometer un crimen. La Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos (OLACCHI) una organización internacional dirigida hacia una adecuada renovación e innovación del patrimonio de los centros urbanos de la región rescatando, de esta manera, las expresiones culturales propias del territorio Latinoamericano y del Caribe propone elaborar un Plan de Manejo, que es el documento guía que señala un conjunto de estrategias en las que se establecen las pautas generales para el uso, preservación y gestión de los centros históricos, que contempla factores históricos, urbanísticos, económicos, sociológicos y técnico-administrativos con el fin de implementar programas y actividades que garanticen y estimulen una coexistencia equilibrada entre habitantes y usuarios con las edificaciones, los monumentos, el espacio público y las instituciones, elaborado por todos: Autoridades, especialistas, habitantes, usuarios, comerciantes, trabajadores, jóvenes, visitantes, adultos mayores, estudiantes, amas de casa, oficinistas, empleados de la zona. La Declaración de Hanoi sobre Paisajes Urbanos Históricos del año pasado indica que las universidades tienen una contribución importante para convertir los paisajes urbanos históricos en un extenso nuevo territorio conceptual para explorar, situación en la que hemos insistido y si embargo éstas siguen ausentes del contexto social en que se inscriben. Cientos de Ayuntamientos de todo el mundo ponen en marcha, cada día, nuevos proyectos e iniciativas, mismos que un organismo, CentroCiudad, se ha dedicado a registrar y bajo un esquema de suscripción los comparte con otros municipios del mundo. El denominado Programa de Rehabilitación Urbana (PRU) de Bogotá, Colombia, planteó como prioridades básicas las detalladas a continuación: Dirigir, promover y prestar el apoyo necesario a las iniciativas de carácter social encaminadas a mejorar la calidad de vida de la población. Fomentar la participación pública y privada en los procesos de carácter urbano dirigidos a hacer una ciudad más competitiva. Promover aquellas actuaciones urbanas integrales que, gracias al trabajo conjunto de todos los organismos públicos, demostraran un alto grado de eficiencia a nivel institucional. Y no deberíamos, como dice Benjamín Castro para el blog “La Ciudad Viva”, dejar de lado las oportunidades que ofrecen la acción directa en las regeneraciones urbanas. Si no aparecen signos, quizás deberíamos plantearnos generarlos de manera autónoma. ¿Somos capaces de generar cambios en el espacio urbano de manera que éste no solo se adapte mejor a nuestras necesidades sino también nos aporte nuevas posibilidades de interacción y socialización? Generar en fin un nuevo modelo de ciudad. Las acciones independientes ya iniciaron… ¿y tú?

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